Estos últimos días hemos visto que el inquieto y ex ministro de Macri, Rogelio Frigerio, no llega a nuestra ciudad.
Si bien lo hace, cuando lo hace, sólo instalándose en confiterías céntricas, rodeado de un minúsculo grupo de seudos políticos que solo ven en él la oportunidad de alguna “achurita”.
Para los uruguayenses son caras conocidas que vienen “panquequeando” desde hace años.
Algunos supieron estar con Menem, otros circularon en el Partido Intransigente, otros caminaron de la mano de Lauritto y hasta se instalaron en la sede del PJ local.
Es decir una policromía política que le sirve de entorno en mini conferencias de prensa desde lugares céntricos, para ser visto por los transeúntes ocasionales.
Evidentemente Rogelio no se anima a caminar los barrios.
Necesita a esta altura del campeonato llegar y no justamente con las manos vacías.
La gente de los barrios de nuestra ciudad no lo conoce, solo por referencia de haber sido un ministro macrista.
Ni siquiera es entrerriano y menos de estar radicado en cualquier lugar de la provincia, en donde sus hijos concurran a la escuela.
Se trata de un inmigrante que busca pista para llegar a la gobernación.
Por estos días supo llegarse a Concordia en donde muchos de aquellos que supieron estar en las paso, como “damas de compañía” en esta no estuvieron.
Los referentes más renombrados en la histórica seguramente estarán pensando que Juan Orrico debe “crecer” y ser el quien camine los barrios, para luego invitar a Frigerio en visita guiada por nuestra ciudad.
Los laderos de Orrico que fueron y son sus impulsores poco o nada ponen la “caripela.
Dejan que se juegue Juan mientras ellos, quedan a la espera de mejores lugares y con menor riesgo de perder.
De todas formas, seguramente y ya en otros tiempos, con el candidato del PJ en las pistas, menos Frigerio se animara a llegar a nuestra ciudad y si lo hace repetirá la fórmula aristocrática PRO de convocar a sus adeptos a una confitería o a un club con inserción en el microcentro uruguayense.
El Observador
