INFLACION

“Para terminar con aquella economía “libre”, con la sueñan todos los abogados de las empresas capitalistas que nos dominaron, nosotros tuvimos que tomar en nuestras manos el control económico de la nación y realizar durante estos años una verdadera dirección económica […] Pero este no es el objetivo final y permanente de nuestra doctrina […] La doctrina económica que sustentamos establece claramente que la conducción económica de un país no debe ser realizada individualmente, que esto conduce a la dictadura económica de los trusts y de los monopolios capitalistas […] Tampoco debe ser realizada por el Estado, que convierte la actividad económica en burocracia, paralizando el juego de sus movimientos naturales […] La tercera posición ideológica, sostiene que la conducción económica de la nación debe ser realizada conjuntamente por el gobierno y por los interesados, que son los productores, comerciantes, industriales, los trabajadores y aún los consumidores, vale decir, por el gobierno y por el pueblo organizado.”

Por AGUSTIN BORDAGARAY

Perón, en esta frase expresada en la apertura de las sesiones del congreso nacional en el año 1952 sintetiza acabadamente la ideología económica peronista.

En párrafos anteriores había expresado “No quiero terminar con este tema del comercio exterior sin señalar una diferencia fundamental entre sus resultados de los tiempos del colonialismo y los tiempos de la independencia económica. Antes, con una gran producción agropecuaria, el país se vio obligado a contratar empréstitos que nosotros pagamos en nuestro gobierno con nuestra “deficiente producción” y nuestra “mala conducción económica”. […] Además, el gobierno [de la oligarquía] de los 10.000.000 de toneladas de trigo, no podía pagar los sueldos de los maestros argentinos ni de sus empleados, que nosotros pagamos religiosamente. Ahora, con muchas toneladas menos de trigo para exportación y bastante menos carne que en los buenos tiempos de la oligarquía, no solo pagamos a tiempo los mejores sueldos, sino que los agricultores reciben los mejores precios de la historia por sus cosechas, a además los capitalistas de la banca internacional esperan sentados que vayamos a pedir el empréstito que no contrataremos.”

Respecto a la política monetaria decía el General “Me tiene sin cuidado el valor que le asignan a nuestro peso quienes lo relacionan con el oro o con el dólar, porque ni el oro ni el dólar engendran la riqueza […] Desde diciembre de 1946 a diciembre de 1951 nuestra circulación monetaria aumentó, mientras que las reservas de oro y divisas disminuyeron; pero, en cambio, repatriamos nuestra deuda externa, nacionalizamos empresas y servicios públicos, ampliamos el tonelaje de nuestra flota mercante poniéndola entre las primeras del mundo; creamos nuestra flota comercial aérea; industrializamos el país con más de 20.000 industrias nuevas, la renta nacional aumentó, y todo esto es riqueza auténtica y son valores materiales que siguen produciendo la riqueza que después se distribuye en el pueblo por los caminos abiertos de la Justicia social.”

Estas palabras cobran trascendencia porque en ese año (1952) se presentó y comenzó a aplicar el plan denominado “Plan de Emergencia Económica”.

En el trabajo publicado por el historiador Julián Zícari titulado “Dos maneras de estabilizar la economía y sus consecuencias. Los planes de ajuste de Perón y Frondizi” en el fascículo 291 de la revista Realidad Económica de abril/mayo 2015¡, el autor concluye que, en contextos económicos similares, tomaron algunas medidas análogas, pero “a pesar de ciertos parecidos en el tipo de gestión, las magnitudes y formas de llevar a cabo los planes, fueron diametralmente distintas” (pág. 29/30). El autor encontró al menos ochos diferencias de enfoque respecto al respaldo político y social; la obsesión por controlar la inflación; la afectación de la demanda interna; los modelos implementados (ortodoxos o heterodoxos); la afectación de la distribución del ingreso y el mercado de trabajo; el endeudamiento externo; las condicionalidades del FMI y por último la acumulación de deuda y giros al exterior.

Destaco el trabajo de Zicari porque arroja luz respecto a un debate central de la Argentina de hoy; la inflación, su importancia y como combatirla.

Rompe en mil pedazos los diagnósticos de los gurúes que proponen soluciones “lógicas” al problema inflacionario, sus causas y sus remedios.

Las simplificaciones en este tema son temerarias puesto que conducen al país a caminos de pobreza y marginalidad; no importa aquí de que extremo uno se pare, para ambos el final es el mismo.

Tanto la idea de la dolarización entendiendo que el problema de la suba de precios es producto de la sobre emisión exclusivamente, como la propuesta de una regulación absoluta del mercado por parte del estado, y en el medio, acusar a los sectores productivos o comerciales como los únicos culpables, son recetas parciales, meros parches que no solo no resuelven el problema central, sino que lo agrava.

En el libro “Atrápame si puedes. El secreto de la inflación argentina” (ed. La Reserva; nov.2018), la doctora Victoria Giarrizzo explica en forma detallada cuales son las principales causas de la inflación en el país.

Ella expresa en el libro (que aconsejo leer y releer cada tanto) que entre las principales causas están:

1)         La puja distributiva,

2)         El aumento de los precios internacionales de los alimentos,

3)         Aumento de precios por mayor demanda,

4)         Emisión y deuda,

5)         déficit fiscal,

6)         monopolios/ oligopolios,

7)         falta de inversión.

En este contexto cobra importancia escuchar atentamente las propuestas de los candidatos y fundamentalmente, cuál es la inclinación de las medidas que pretende tomar.

No sirve hacer diagnósticos que contemplen los sectores como un globo amorfo.

La clasificación de Industria, Comercio, Campo, han quedado desactualizada.

En un mundo donde la disputa comercial reasigna los bloques de países y la representación de estos de sus empresas globales, versus las pymes que luchan por sobrevivir, es la división que debe considerarse.

No tienen iguales intereses los chacareros que los exportadores, tampoco las grandes cadenas se desempeñan igual que los almacenes de barrio y tampoco un pequeño taller es compatible con una industria monopólica.

Es así que más allá de las medidas macro económicas, las cuales son resortes del gobierno nacional y en menor medida de las provincias (por ejemplo, la energía eléctrica), es imperioso que las municipalidades tengan dentro de sus herramientas medidas para combatir la inflación.

Sabemos que los precios se encuentran en el equilibrio de la oferta y demanda de bienes y servicios.

También sabemos que cuando la demanda aumenta, aumentan los precios y cuando la oferta es la que aumenta, los precios bajan.

Por ello las políticas de generación de empleo que utilice la municipalidad cobra trascendencia en un modelo inflacionario, tal vez no alcancen para bajar los precios, pero seguro para estabilizarlos, al menos en la ciudad.

El” Modelo Uruguay”, libro publicado en el 2022 por el intendente Oliva, arroja algunas medidas que se adoptaron en ese sentido.

El fomento de la economía Inteligente y sustentable que desarrolla en el capítulo 2; la educación del capítulo 3; el turismo desarrollado en el capítulo 6 son pautas que siguió la gestión del actual intendente que permitieron sobre llevar la pandemia y sostener la mesa de los uruguayenses.

Por ello debemos exigir a nuestros candidatos que, con oído en las necesidades de la gente, pero convocando a todos quienes tienen capacidad de resolver esas necesidades, nos expliquen cual es el futuro que ven para la ciudad y como alcanzarlo. Solo con slogans no alcanza.

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