Los que caminamos los barrios, los que nos calzamos las alpargatas promocionando al mejor candidato elegido a dedo de todos los tiempos, dentro de las filas del peronismo entrerriano,
hoy nos sentimos con una patada en el “tuje”.
Si bien presumíamos que podía darse una ” maniobra” de esta naturaleza la ya resuelta renuncia de Cresto a la diputación nacional no tiene parangón.
Este joven debería tener una mínima cuota de vergüenza, prestarse a ser un elegido testimonial para dar lugar al ” apriete” que seguramente sintió desde la misma intimidad de La Campora.
Duele como peronista que haya traicionado a los compañeros que lo votaron y promocionarán sus proyectos.
Donde quedo la vergüenza política de Cresto, deshonrando a su propio abuelo.
Una burla al electorado y una estafa a los entrerrianos.
Tuvieron razón aquellos peronistas que ” olfatearon” la maniobra y fueron con Frigerio.
Ya viene de traición en traición.
Primero pide licencia en su ciudad natal que ya lo había elegido como intendente y se va a ocupar un cargo nacional y ahora está segunda estafa electoral. Por algo la capital del peronismo sufrió el mayor castigo y perdió por la más grande diferencia.
Pero no es solo responsabilidad de Crestito sino de otro concordiense Bordet que a dedo y con un personalismo lo subió al pony y lo bajo el pueblo con un apabullante “urnazo”.En una palabra la culpa no es sólo del chancho, debemos asumir la catastrófica derrota y sentir en el propio rostro la burla y la estafa a la que nos sometieron los Cresto los Bordet y el Consejo Provincial del P.J.
El pueblo les dijo basta y las consecuencias aún no han llegado a su fin. Resta el 2023.
Botta Juan Carlos – El Disparador Uruguay