Cuanta similitud. Cuanto escenario copiado sin duda de las logias que manejan el submundo de la droga.
No es comparable de ninguna manera, pero los “modus operandi” son iguales.
La puerta, que en este caso puntual, también la nominamos “puerta 8”, valga la redundancia.
Un portero, que es el encargado de abrir y cerrar el acceso al inmueble, portador de las llaves, que debe estar a disposición del “comendatore” para preparar las instalaciones a la hora que se lo disponga.
Para eso cobra un sueldo mensual, que pagan todas y todos los uruguayense.
Por qué no vaya a creer Ud. que el “contrato ” lo paga el “jefe” de su bolsillo. Noooooo
Además entre otros, también existen ya no porteros propiamente dichos, que también poseen las llaves del reino, pero están para tareas de custodia, de llevar y traer algún que otro comentario. También rentado y con idénticos beneficios que el anterior.
Por otro lado “el chofer” o “los choferes”. Uno, tal vez el decano, también con contrato de la municipalidad, quien debe estar full time. No importa si llueve, truene o sale el sol.
El único compromiso es con el jefe, a quien debe transportar al lugar que se le indique previo al viaje, para que este realice un chequeo de hora, lugar y ambiente.
Como es de suponer están los que venden, consumen y se encargan de convocar.
Obvio, no venden de la buena, tampoco drogas, sino datos y trascendidos.
Si hay alguien que vende, será porque alguien compra, y acá está el pescado podrido listo para hacerlo circular como “bola de nieve”.
Sabrán comprender que muchas de las tantas reuniones son “de entrecasa”.
Cuando el “pescado tiene mucha espina”, se cocina fuera de la puerta “8” y pocos se alcanzan a enterar.
Siempre a la sombras, siempre con más agachadas que el tero y siempre con doble mensaje.
Uno el auténtico y verdadero y otro para la “gilada”.
Así se maneja la “mafia” y al mejor estilo cuando alguna “presa” le interesa el comendatore lo visita y con vista previa puede condicionarlo a futuro en un todo de acuerdo a sus pretensiones e intenciones.
Cuando la tarde se inclina, como canto Santos Vega y según se enteren que puerta “8” se abre, empiezan a aparecer los “obligados” de costumbre. Nada que ver con el verso del glorioso Rafael Obligado, que hiciéramos mención al comienzo, sino obligados a concurrir porque se rumorea “llega el sultán”.
Claro está que entre estos están los contratados, pagos por ende por el estado comunal y que deben ser los primeros en llegar.
Puerta 8 ya tiene más de una década. Algunos ya son viejos empleados y están desde que abrió sus amarillentas y antiguas hojas de hierro.
Por ese pórtico han pasado muchas y muchos, para alguna prohibida y para otra sólo entornada. Cuando la concurrencia acecha y es mucha, se “dormita” un tiempo y de pronto en alguna mañana sabe entrar el portero, a buscar las contribuciones de rigor.
En sus instalaciones no existe ni la mística ni el folclore peronista.
Nunca un choripán ni comidas de tiempo, solo mate con bizcochos.
Libros de ediciones añejas esperando llegar a las manos de quien quisiera enterrarse que encierran sus páginas, inventariados por otro de los “soldados” rentados
Y así entre dimes y diretes van pasando los años como sus visitantes, que sólo deberán estar a disposición del comendatore como la misma propiedad.
Puerta 8 o “la 8 de Junio”, querida y odiada, visitada o no, que siempre fue una grieta en las empatías municipales.
Juan Carlos Botta – El Disparador Uruguay