La Batalla Celeste

El Estado argentino, frente a la escalada de violencia desatada entre la Federación de Rusia y Ucrania emitió un comunicado oficial fijando una posición ya tradicional que expresa en uno de sus párrafos lo siguiente: “La República Argentina, fiel a los principios más esenciales de la convivencia internacional, hace su más firme rechazo al uso de la fuerza armada y lamenta profundamente la escalada de la situación generada en Ucrania. Las soluciones justas y duraderas sólo se alcanzan por medio del diálogo y compromisos mutuos que aseguren la esencial convivencia pacífica. Por ello llama a la Federación de Rusia a cesar las acciones militares en Ucrania.”

Por su parte el Papa Francisco apeló a que los líderes políticos se abstengan de llevar a cabo cualquier acción que pueda causar aún más sufrimiento a las poblaciones, desestabilizando la convivencia entre las naciones y desprestigiando el derecho internacional: “Tengo un gran dolor en mi corazón por el empeoramiento de la situación en Ucrania. A pesar de los esfuerzos diplomáticos de las últimas semanas, se están abriendo escenarios cada vez más alarmantes. (…) Como yo, tanta gente de todo el mundo siente angustia y preocupación. (…) Una vez más la paz de todos se ve amenazada por intereses partidistas”.

Los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas bregan fundamentalmente por la solución pacífica de las controversias y un profundo respeto por los Derechos Humanos, el Derecho Internacional, la soberanía de los estados y su integridad territorial. La Doctrina Internacional de Derechos Humanos es una concepción de mundo que piensa que el valor de la dignidad humana tiene un talante ético de supremacía por sobre todo interés o valor doctrinal, político o económico.

La cultura del diálogo y el encuentro deberá salir al paso de esta nueva triste realidad internacional. Recordemos que desde el punto de vista etimológico la significación de debate proviene de la guerra, donde alguien necesariamente debe ganar y otro perder. Optar por una tercera opción, el diálogo, es algo siempre superador dado que el ganar o perder no es considerado una resultante, esta sana práctica configura una amalgama de opiniones disímiles que puede ser motivadora de un enriquecimiento intelectual superior y con resultados claramente positivos.

El camino de la paz y no el de la guerra es la senda que se debería transitar con mayor responsabilidad política por ser, ante todo, seres humanos hermanados y no meros enemigos. Para quienes tenemos opción por una determinada cosmovisión de la vida, la verdad revelada desde esa formación clásica nos enseñó que a la política debemos considerarla como un combate de ideas sin violencia, por ser una estrategia humanista en el armonioso encuentro del conocer y el amar, porque el amor es lo único que construye.

Ante esta realidad bélica, la construcción desde el amor requiere de personas que reafirmen su compromiso y generen la confianza suficiente para que puedan activarse todos los mecanismos de la comunidad internacional, con activa preponderancia y participación de las Naciones Unidas por sobre todas las cosas. Esa tarea debería ser la generadora de acciones que busquen más que nada preservar la vida -como eje prioritario- actuando con profesional prudencia diplomática para garantizar ante todo la paz.

La honestidad intelectual con la propia historia implicaría soplar contra los vientos de guerra, por titánico que parezca. La sociedad mundial enfrenta nuevamente una disyuntiva relacionada al re-ordenamiento geopolítico de la mano de la guerra ante el fracaso de políticas de integración social entre naciones; porque la real política es la internacional, lo demás es cabotaje dijo un sabio General.

Leopoldo Marechal, en “Megafón, o la guerra” -a través de su protagonista- arriba a la conclusión de que no hay “monstruos anacrónicos” y que toda lucha lastimosamente es la representación de un combate que nunca sale a la luz, pero que por defecto termina siendo necesario para algunos darles esa batalla. Pensando esta realidad desde la visión de Marechal y su terminología filosófica, entendiendo desde su óptica a la política como “la hermana menor de la filosofía”, vemos que siguen habiendo dos fuerzas de naturaleza contradictoria que se enfrentan y compiten: las fuerzas materiales y las fuerzas espirituales.

Aunque mucho se teorice sobre los verdaderos motivos de estos sucesos bélicos y sus daños colaterales, hay verdades que se presentan al mundo rodeadas de misterios y enigmas, cierto es que nuevamente existe una “batalla celeste” librada entre estas fuerzas materiales y espirituales que ponen en riesgo el desarrollo armonioso de las personalidades humanas, lo que por supuesto influirá sobre la evolución de la humanidad. Roguemos (y quienes profesamos un tipo de Fé, recemos) para que haya una pronta Paz por el bien de todos.

(*) Secretario de Gobierno de la Municipalidad de Concepción del Uruguay desde el 2019. Presidente de Bloque Concejales del PJ 2017-2019. Presidente Comisión Hacienda y Presupuesto 2015-2019. Decano del Colegio Mayor Universitario de Santa Fe 2003-2004.-

Por Juan Martín Garay (*)

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