Los alumnos ucranios refugiados comienzan a poblar las clases españolas. Son ya 1.700, pero el ministerio calcula que llegarán a más de 100.000
Irina, niña ucraniana recién escolarizada en España, a la derecha, recibe un dibujo hecho por una compañera en su primer día de clase.
Irina, niña ucraniana recién escolarizada en España, a la derecha, recibe un dibujo hecho por una compañera en su primer día de clase.
CRISTÓBAL CASTRO – IVANNA VALLESPÍNANTONIO JIMÉNEZ BARCA
Barcelona / Madrid –
El martes pasado, en su primer día en el nuevo colegio, Timur, de siete años, miraba todo asustadísimo, agarrado a la mano de su madre, casi tan asustada como él. Pero eso fue el martes. El viernes, este niño ucranio que huyó junto a su madre y su hermana mayor de la guerra en su país, sentado en su clase, en segundo de primaria, ya sonreía y decía muy clarito “bien” cuando la profesora le preguntaba que cómo estaba. Tan clarito que un compañero optimista exclamó: “¡Ya sabe español!”.
Tres semanas atrás, la madre, Olena, de 41 años, se despertaba sobresaltada a las cinco de la mañana en su casa de la localidad de Rivne, cerca de la frontera bielorrusa, por un estruendo que no logró identificar. Su marido puso la televisión y se enteraron de que había empezado la guerra y de que lo que acababan de oír era una bomba. “El día de antes fue completamente normal: los desayunos, el colegio, los trabajos…”, dice Olena. Añade que desde entonces no ha vivido ningún otro día normal. La madre de Olena, Halyna, de 63 años, la abuela de Timur y Karina, que vive desde hace seis años en España, convenció a su hija de que se reuniera con ella, de que era mejor apretarse los cuatro en el pequeño piso compartido en el que reside en Madrid, que obligar a los niños a la tortura del miedo a los bombardeos y los viajes a los refugios. Una semana después, estaban en la frontera de Polonia. Dos semanas más tarde, la nueva profesora de Timur ponía por primera vez en el traductor de Google español-ucranio la frase “ahora nos vamos al recreo” para entenderse con el recién llegado.
Ya hay escolarizados en España unos 1.700 menores ucranios llegados del conflicto, según los datos del Ministerio de Educación. Entre ellos, destacan 655 en Cataluña, unos 300 en Madrid, 200 en Andalucía y 200 en la Comunidad Valenciana. Pero la cifra es una parte mínima de lo que se espera. El ministerio calcula que en las próximas semanas llegarán alrededor de 100.000. “Serán incluso más si la guerra se alarga”, reconoce un portavoz. En España hay 8,2 millones de niños recibiendo educación no universitaria.
Niños refugiados: Huir del “monstruo de las alarmas”
Una niña ucrania cruza el paso fronterizo de Medyka, en el sureste de Polonia en autobús.
Esto lo intuyen en el colegio donde estudian ya Timur y su hermana, el centro Addis, en el barrio de Villaverde, en Madrid. Es un colegio concertado, laico, organizado alrededor de una cooperativa de profesores, acostumbrados a recibir niños de muchas nacionalidades a mitad de curso. De hecho, Timur está sentado al lado de su nueva compañera, Diana, de padres rumanos. Y en su aula, además de rumanos, hay niños de origen marroquí, ecuatoriano, boliviano, chileno y chino, entre otros. La hermana, Karina, de 14 años, es menos sonriente que Timur, está mucho más preocupada. Recibe por el móvil noticias de la guerra, frases y fotos de los amigos y parientes que se han quedado atrás, llamadas de su padre, auxiliar médico, que ahora ejerce de voluntario en el ejército ucranio. Cuando su abuela y su madre relatan la aventura del viaje y la llegada, la falta de ropa y las dudas por el futuro, ella las mira sin intervenir y acaba llorando en silencio.
Karina va media mañana a un aula denominada de enlace, especializada en familiarizar con urgencia a los estudiantes recién llegados de otros países con el español. Junto a Karina, hay tres marroquíes, una brasileña, una paquistaní y un caboverdiano. A Karina le gusta mucho el colegio. Dice que nunca los profesores se han preocupado tanto por ella