Culminada la disputa de la aprobación del acuerdo de refinanciación que el gobierno llevó a cabo por el brutal endeudamiento de Cambiemos con el F.M.I., donde Alberto Fernández privilegió un entendimiento con los endeudadores por sobre el Frente de Todos, llega la hora de llevar a cabo las medidas concretas que saquen al país del pozo donde los Cambiemistas enterraron al país.
Para ello, las autoridades nacionales y provinciales armaron una estrategia para re unificar el Frente de Todos sabiendo que sus nuevos aliados ya lo dejaron “en banda” y ahora, con su imagen lavada, se dedicarán a explicarnos como salir de la crisis.
Por ahora, y como sucede con la “guerra contra la inflación”, solo son declaraciones.
Nuevamente, al igual que en la derrota del 2021, se recurre a tirar hacia afuera la culpa de la desunión.
Parece que nuevamente la responsabilidad de los fracasos del gobierno es de la militancia.
Se repite el discurso de la inocencia de las cúpulas y del desinterés de las bases por un futuro mejor.
No se escucha una sola autocrítica. Y como colmo de arrogancia, de nuevo desde el púlpito, se dicta un bando de amnistía a los díscolos, siempre que arríen sus banderas y juren lealtad a esta nueva lógica política de ir a pedir la escupidera a quienes nos metieron en una crisis histórica por sus consecuencias e ilógica por el contexto en el cual se hipotecó al país. Solo la lógica de la fuga de los pocos apaña esto.
En Entre Ríos, el gobernador decreta la necesidad de internas, pero solo para los departamentos; el candidato a gobernador lo decide la runfla, eso sí, como son democráticos, todos pueden pegar sus boletas al bendecido. Sin palabras.
Mientras, seguimos con un partido empecinado en cerrar sus puertas, con autoridades de facto, la pregunta que sigue es ¿dónde debate el peronismo?, en la vereda del partido o en las redes.
Mientras este escenario continúa, los compañeros buscan lugar en otros espacios.
Como bien dijo el senador Mayans “volvimos para ser mejores, pero todavía no lo logramos” `.
Este camino de abandonar su base electoral en pos de un acuerdo con el establishment ya lo recorrió De La Rúa y terminó en el 2001. No lo repitamos, porque los mismos vaciadores de siempre están al acecho.
Por AGUSTIN BORDAGARAY