EL COMBATE A LA INFLACION, UN PROBLEMA DE TODOS

La inflación se convirtió en un gran problema para la Argentina.

Como lo explica claramente la doctora Victoria Giarrizzo en su libro “Atrápame si puedes”, editado en 2018 pero que su análisis tiene actualidad, este fenómeno obedece a varios factores que disparan la espiral de suba de los precios.

La puja distributiva, la presión fiscal, emisión monetaria, importación de precios internacionales, incremento de la demanda, oferta concentrada, son algunos de los desarrollados por la autora.

Por AGUSTIN BORDAGARAY

Cabe resaltar algunas consideraciones:

Primero, los factores enunciados y otros tantos más actúan en conjunto, aunque en distinto tiempo y en diferente impacto. O sea, nunca depende de un solo factor, aunque cualquiera de ellos puede ser disparador de la escalada de los precios y también pueden sumarse en cualquier momento o circunstancia.

La segunda, si bien la actuación del estado es fundamental para la lucha contra la inflación, existen factores que son externos y que el gobierno solo puede atemperar, otros son de resorte exclusivo del gobierno nacional y se combaten mediante políticas macroeconómicas y también se vislumbran fallas en las que pueden actuar los gobiernos provinciales y locales.

Por último, hay que considerar que Argentina tiene una larga historia de convivir con altos índices inflacionarios.

En ese transcurso, tuvimos períodos de muy alta inflación –llegamos incluso a padecer de hiperinflación- y periodos de estanflación, esto es la combinación de alta suba de precios en un tiempo de estancamiento en la actividad económica.

Actualmente estamos en un escenario de alta inflación –a la vuelta del 50%-  acompañado por un pasado reciente de deterioro del poder de compra de los sectores asalariados, pymes y los de menores ingresos, con una economía en crecimiento.

Ello permite inferir que la puja distributiva está jugando un papel central en la espiral inflacionaria.

En este punto, el papel de los Municipios puede servir de árbitro entre la oferta y la demanda, sobre todo en alimentos.

La obra pública es una enorme distribuidora de recursos, ya que, a la plata gastada para la obra en sí, se suma el aprovechamiento que hace la comunidad de la obra terminada. En esto, y dado el escenario actual, las municipalidades debieran proteger las empresas contratistas que generen mano de obra local.

Para acercar la oferta y la demanda, las municipalidades pueden acotar la intermediación entre los productores de la región y los compradores.

Para ello deben promocionar las ferias, generando espacios atractivos e infraestructura para la comercialización.

Pueden, también, propiciar la creación de cooperativas de pequeños productores como asimismo adquirir maquinarias para que los productores chicos puedan cumplir con los requisitos bromatológicos. Un buen ejemplo es la ensachetadora que compró la municipalidad de Concepción del Uruguay que les sirve a los productores de leche fluida para venderla.

Otro buen ejemplo de fomento del asociativismo es la construcción de un polo tecnológico que albergue las actividades de las empresas de software.

Las municipalidades pueden también ampliar la oferta de alimento mediante programas de huertas periurbanas, con participación del INTA.

En materia de control de precios, la supervisión del cumplimiento de los acuerdos de Precios Cuidados y el facilita miento para que los consumidores se informen respecto de los precios vigentes, como así también de los comercios que los respetan, es una formidable herramienta de control social.

Pero más allá de las medidas gubernamentales, la acción individual de los vecinos en el cuidado de sus gastos, se transforma en una ola social que ningún “vivo” pueda surfear. El combate a la inflación es, sin dudas, una tarea de todos.

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