Es de esperar que terminado el mundial de fútbol y las fiestas de fin de año, alguno peronista que este descansado y no necesite gozar de un enero vacacional, salga a la cancha, se pinte la cara y diga VIVA PERON CARAJO, yo soy el candidato.
Todos en la trastienda de los despachos quieren ser pero ni siquiera lo intentan, es más si atreven le cortan la cabeza..
Parecen petrificados por la incertidumbre de José Eduardo que juega como de costumbre a “la vaca del corso” mientras la orden de arriba es que cuide el gallinero uruguayense, sino gana descuenta votos y descomprime una interna que hoy no existe. Tampoco son o somos todos amigos.
Lauritto juega mientras pasan los meses al “lobo esta” y cuando le preguntan si se postula contesta “me estoy poniendo los pantalones”. TAL CUAL.
La frase tan histórica como cierta que nos dejará JUAN DOMINGO PERON, traída a nuestra ciudad pone en evidencia que no sólo no se nos escucha, sino que tampoco nos enfrentamos.
Es tanto el silencio y la apatía que no existen ni desentendimientos ni peleas.
Tenemos un gobierno municipal de identidad peronista y más allá de sus obras y acciones para todas y todos lo realizado y por realizar esta bien.
Nadie mueve una aguja. Nadie saca el “culo” de la silla.
Nadie se conmueve por nada y lo que está mal sigue mal y lo que está bien sigue bien.
Existen una “ristra” de ex candidatos y otro tanto que se insinúan para poder ser, que el confort les inundó el rancho.
Ni siquiera se expresan por ninguno de los tantos medios gráficos y o radiales sobre tal o cual medida. Están vacunados para no hablar y encima en esas reuniones de “trasnochados espineles” se sienten comentaristas de la política, pero si son invitados para hablar, huyen despavoridos.
Si así pretenden llegar a ser meros candidatos, “estamos fritos”.
No existen. Estamos a menos de siete meses de la programación de una elección y nadie los conoce, sumado a las instalaciones partidarias de puertas cerradas y frías.
Por eso volviendo a aquello que dijera el General, es evidente que al no existir ni siquiera desencuentros, la reproducción esta en baja.
O bien Oliva como prestigioso médico, se equivocó en la distribución de medicamentos; en vez de darle a la “compañera da ” la pastilla azul para “levantarle el ánimo”, repartió anticonceptivos y como no hay reproducción no existen las peleas.
Juan Carlos Botta – El Disparador Uruguay –