Solo no más de tres días del mes en curso y ocho exactos para la inauguración de la temporada de verano 22/ 23 y la bendición de “las aguas”, siempre y cuando se respete la tradición de hacerlo el día de la Inmaculada Concepción; salvo que la idea sea otra y se postergue para más adelante.
A decir verdad lo mejor que se le puede ocurrir al Sr. Intendente trasladar el histórico acontecimiento y presentar Banco Pelay con todo su esplendor.
Hoy da lástima y vergüenza ajena.
Caminamos por sus instalaciones y falta de todo.
Solo el pórtico presenta sobre las cabinas de ingreso todo hormigón recién construido en una amplia playa de ingreso.
Mojones sin pintar, calles poceadas, juegos infantiles sin en total abandono, pasto sin cortar, parrillas desacomodadas y con poca atención.
Nos encontramos con la oficina de recepción insinuando mejoras de construcción pero todo a medio hacer.
Las calles de la rotonda de entrada con conos de desvíos de tránsito y canales de desagüe pluvial profundos y sin mantenimiento.
Ignoramos si esta gestión tuvo la feliz idea de reforestar.
No vimos nada de nada ni arboles nuevos.
Solo al final de la calle al sur, varillones de sauce cinta, no más de diez o quince.
Los sanitarios siempre con sus contenedores adaptados para estos fines con una temperatura en su interior que supera los 40 grados, cuando aún no se inició el verano.
TODO UN DESASTRE SR.INTENDENTE
El camino desde el puente hasta el mismo pórtico de entrada está en buenas condiciones, solo que al finalizar más de diez “cigueñas” de luz, están desprovistas de sus tulipas y o balastros lumínicos. O nunca se pusieron o se las llevaron manos anónimas.
A todo esto Sr. Martin Oliva si se quiere llegar en tiempo y forma a la fecha de inauguración Ud. debe poner toda la carne al asador.
Poner las cuadrillas de electrotécnica a reparar las luces, la cuadrilla de pintores a pintar, la cuadrilla de arreglo de calles con toda su maquinaria, la cuadrilla de cortado de césped idem, arreglar sanitarios y que el suministro de agua funcione correctamente.
Las sombrillas de paja brava deberán también arreglarse y “quinchar” sus techos como corresponde.
En definitiva Sr. Martin ocuparse, disponer, ordenar, mantener para recuperar el brillo del Banco Pelay.
Si no llega no importa pero inténtelo.
En las condiciones en que se lo ve hoy a nuestra playa más importante, es solo para lamentar y ni siquiera vale la pena pagar su ingreso.
Así como se presenta no se debe cobrar un peso ya que no presta un servicio al veraneante y su aspecto no merece comentarios.
Juan Carlos Botta – El Disparador Uruguay –