Fueron más de 80 mil tomas fotográficas entre más de 5 mil fotógrafos profesionales, en donde la toma de un guerrero estado anídense descansaba en un bunker de la guerra de Afganistán.
Su expresión en la instantánea ponía en evidencia su lucha su sus lágrimas su sufrimiento y obvio su cansancio.
Suena a cuento narrativo lo descripto, pero nuestra intención es ver o hacer ver las distintas fotografías en tantos actos a los que se ve un Lauritto, entrado en canas, con miradas fuera de sí, distraído del motivo por el cual montaba presencia.
Hasta su indumentaria demuestra su cansancio y se lo ve vetusto, ajado ya con pocas motivaciones, con la misma ropa de hace más de veinte años y en muchos actos su expresión en el rostro parece decirnos “que hago aquí”.
Nadie puede negar su capacidad de trabajo, ni su memoria privilegiada, pero al decir de su aparente estado creemos que José Eduardo merece retirarse a “cuarteles de invierno”.
El general decía “todo en su medida y armoniosamente”. No ha llegado la hora de su retiro.
Su deber esta cumplido: dos veces intendente, otras de diputado nacional y de vice gobernador, juez federal, ministro de gobierno y actualmente presidente de CARU.
Que más puede pretender de la vida.
Ha sido un afortunado en ocupar tantos espacios de real importancia.
Su futuro esta económicamente asegurado hasta el final de sus días.
Si bien el mismo suele decir “es la gente la que te jubila”, entendemos que ha llegado la hora del descanso.
Sabemos que su figura representa mucho, pero también atrasa mucho.
Tres generaciones de jóvenes postergados por su imponderable presencia.
Obvio no es su culpa, es parte de su cosecha de “hombre de bien”, pero que a esta altura de los acontecimientos y de su vida, merece descanso.
No necesariamente retirarse, sino apoyar y estimular un viejo propósito “la escuela de dirigentes”.
Algo más tranqui y en función de futuro.
Sabemos no estar equivocados.
Solo observarlo pone en evidencia que los años dejan su secuela y la vida de un dirigente de la textura de José Eduardo no sólo se carga de elogios, sino de un sin número de amores y odios que a la larga dejan secuelas.
Esto suena a crítica pero no es tal, más bien un consejo a su existencia y para los observadores prestar atención al viejo guerrero y su cansancio.
Si uno sin tan experto dispone de unos segundos y observa las fotografías de todos y cada uno de los actos y acontecimientos en que se lo ve a José Eduardo qué motivo de su naturaleza no deja de asistir, lo que trasmite su expresión corporal, ese lenguaje no verbal de su postura, sólo se trata del cansancio de un guerrero o más bien para este caso de un político.
– El Disparador Uruguay –