Estamos presenciando una nueva zaga de la grieta; la apropiación del día de la Memoria.
El 24 de marzo es una fecha que nos recuerda cual puede ser el futuro del país cuando la democracia se prostituye convirtiéndose en el premio de las disputas internas.
Por AGUSTIN BORDAGARAY
Si podemos aprender de un acontecimiento tan nefasto es que ello no puede ocurrir NUNCA MAS.
Es por esto que debe ser un día de unión entre los que creemos en la democracia y la república sin importar a que ideología adhiere.
No podemos permitir que disputas menores y mezquinas empañen tal acontecimiento.
Los cultores de la grieta intentan crear desunión también con ello.
Tanto por derecha como por izquierda pretenden abaratar el precio del pueblo movilizado.
Por derecha con el remanido negacionismo, cuestionando los 30.000 desaparecidos, tildando de curro al accionar de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, reivindicando la represión y con tal descaro que no dudan en fotografiarse con condenados por hechos aberrantes.
Por izquierda queriendo apropiarse de la paternidad de las marchas, inaugurando una suerte de “marchódromo”, instrumento que mide quien tiene derecho a participar de las mismas y quienes no, o que consignas se pueden llevar a estas marchas y cuales no se pueden.
Y desde ambos lados, unidos nuevamente en el odio, se escandalizan por el reclamo por el esclarecimiento del magnicidio de Cristina o en contra de su proscripción.
En el primer caso soslayan que no puede haber un momento más oportuno que este recuerdo para repudiar con toda fuerza que haya aún grupos que intenten auto proclamarse los salvadores del pueblo y quieran eliminar a la dirigente política más importante de Argentina. Y que, además, esto les salga gratis.
En el segundo caso, no solo debe repudiarse este intento de proscripción, poniendo en la “parrilla” a la dirigente con mayor intención de votos, tal como ocurrió en Brasil y otras partes de América Latina, sino repudiar también a quienes la juzgan, todos ellos cuestionados y por ellos indignos del cargo que ocupan, sino también por el fallo en sí, donde se explica claramente que no se sabe como, donde y de cuanto es la coima, pero que sin dudas debió haberse consumado. Suena muy parecido al “algo habrá hecho”.
Por ello, la gravedad de estos hechos debe convocar a todas las personas que creen en la democracia, dejando por un momento de lado las internas partidarias y las disputas de partidos, debe ser único y al unísono el NUNCA MAS que la Argentina merece y reclama.