Mario Benedetti, en su poema “Defender la alegría expresa: “Defender la alegría como una trinchera, defenderla del escándalo y la rutina, de la miseria y los miserables, de las ausencias transitorias y las definitivas.”
Por Agustín Bordagaray
También el Papa Francisco, en la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa, nos exhorta: “la alegría es misionera, la alegría no es para uno, es para llevar algo”.
En tiempos donde la tristeza, el miedo y la desesperanza nos abruma el alma, donde parece que los adalides de la derrota ganan la batalla cultural, los que militamos por un país mejor, debemos redoblar esa militancia para derrotar el desaliento.
Esto no significa desconocer que tenemos hermanos que están pasando por situaciones de pobreza, de adicciones, víctimas de delitos y otras desesperanzas que impiden, por cierto, estar felices o ilusionados por un futuro mejor.
Nuestra inolvidable Evita dijo “La felicidad de un pueblo, en cuanto se refiere a sus medios de vida, se logra con una adecuada legislación en materia de justicia social y una equitativa distribución de la ayuda social. Porque resulta innegable que ésta es complemento de aquélla.”
En esta frase se resume a la perfección el mensaje que los que levantamos la bandera de la Justicia Social debemos llevar a los argentinos, legisladores ocupados para avanzar en los derechos que le faltan a los más necesitados y en afianzar los que el pueblo ha conquistado, junto con la ayuda inmediata a los que tienen poco o nada.
Gobernantes que se pongan siempre del lado de los trabajadores y los más necesitados.
Solo así podremos conseguir una patria Justa, Libre y Soberana.
Los mansos de la sociedad tenemos que reunirnos y unirnos para llevar la esperanza a los desesperanzados.
Jorge García Cuerva, arzobispo de Buenos Aires, durante su homilía en la Basílica de Lujan dijo que “Es hora de fraternidad, es tiempo de unirnos, el pueblo sigue levantando banderas de la paz y la justicia, el otro argentino es mi hermano, no mi enemigo o adversario”.
Agregó en su homilía de la misa contra la trata de personas del domingo 08 de octubre “Hace pocos días el Papa decía que: “El verdadero mal social no radica tanto en el crecimiento de los problemas, sino en el declive de la atención”. Agregó, ya explicando la lectura del Evangelio “El levita y el sacerdote lo vieron y siguieron su camino, pasaron de largo. En cambio, el samaritano lo vio y se conmovió.
¿Por qué si los tres lo vieron, solo el último se detuvo? ¿Qué había de diferente entre el “ver” del
sacerdote y el levita y el “ver” del samaritano?
Como dije antes: al hombre lo dejaron al borde del camino “medio muerto”. El sacerdote y el levita
lo vieron así, medio muerto y entendieron que ya no había nada que hacer.
Pero si estaba medio muerto, quiere decir que también estaba medio vivo.
El samaritano vio la parte media viva del hombre asaltado; por eso se detuvo, por eso se conmovió
y lo ayudó.”
Este es el mensaje de esperanza que tenemos que difundir, no estamos medios muertos; estamos vivos, solo necesitamos que nos ayuden a curarnos. Y lo va a poder hacer aquel que nos mira a los ojos, que se da cuenta que respiramos, no quienes ya decretaron nuestro deceso y solo nos cuentan cómo van a enterrarnos.
Entonces, es tiempo de unidad y de esperanza, no nos dejemos atrapar por la angustia, acompañemos a los que más necesitan con ayudas concretas para hoy y un mensaje de un mejor porvenir para adelante. Solo un pueblo feliz puede desarrollarse.
Como dijo Jauretche “Ignoran que la multitud no odia, odian las minorías porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor”.