Hay personas que con tal de no perder la “achura” política y estar en el candelero son capaces si le ofrecen ser párroco de la iglesia, lo aceptan.
Esto que se ve y se palpa pasa a la vista nuestra y en nuestra comuna. Se necesita más allá de la amistad y la militancia ser digno de nosotros mismos y por ende no podemos aceptar un cargo en una secretaria o en donde cuadre por el solo hecho de permanecer en el cargo, ser parte del paisaje, mostrarse como el más idóneo, acompañar al líder y resulta más agraviante aún si sos oriundo de otra comunidad.
Estas cosas realmente hieren a la propia ciudad que los cobijo y que ahora no lo tuvo en consideración, como a la política misma y obviamente a los propios políticos que la componen y formalizan estos nombramientos.
Acá no se trata de un acto más ni como se dice en el barrio, “la culpa no la tiene el chancho”; acá responsabilidad es triste y compartida. Primero por quien alimenta “el chancho” y segundo por el ” chancho” mismo.
Este acto de total indiscreción tira por tierra la personalidad de un líder que siempre mantuvo una línea de conducta ponderable y por eso ha logrado el voto popular repetidamente, pero que al final “al chivo le hiede la barba”.
Pareciera que en nuestra ciudad y en nuestra militancia carecemos de idóneos o profesionales para ocupar cualquiera de los cargos. Inconcebible.
Por eso decimos y repetimos aquello de “dale al Cesar lo que es del Cesar”.
Una designación que molesta al peronismo y hiere la intimidad de los peronistas. Tira por tierra la personalidad de un líder que siempre fue el orgullo de la ciudad para ser la vergüenza de la política.
Esto recuerda a todos aquellos hombres que durante toda su vida despotrican contra la religión y ofenden al credo católico, pero que en su lecho de muerte piden la presencia de un cura. Tal cual.
Por eso y por todos estos actos la gente crítica y se molesta con la familia política.
“Serás lo que debes ser o sino no serás nada”.
