No por repetitivo deja de ser novedoso.
Ya desde estas columnas hemos dicho y reiterado en no pocas oportunidades que la planta de trabajadoras y trabajadores de la comuna, se dividen en dos.
Los “profesionales ” de siempre que asisten a su lugar de laburo y más allá que exista el control cumplen y se desvelan porque saben cumplir y por defienden la fuente que es el sustento de sus hijos.
Después están los otros, los que nunca van, los que van cuando tienen ganas, los que ” viven” de parte enfermo, los que siempre están estresados, los haraganes, los que van se fichan o firman las planillas y realizan trabajos particulares y están aquellos que a primera hora empiezan con el refrigerio, (mate y bizcochos) luego descansan porque con el estómago lleno les puede caer mal, para luego en media mañana arrancan una partida de truco. Así como pueden leer.
Nunca se enteraran por “nuestras bocas” adonde están y donde se juegan partida, revancha y bueno; como pasar dejar pasar el tiempo.
Cabe aclarar que no es juego ni por dinero, ni por la “copa” ni por ningún interés. Solo lúdico.
Eso sí pueden interrumpirse las partidas, si llega o se anotician de alguna visita inesperada; pero como suelen decir ” nunca pasa”
Todo esto sucede en un andamiaje muy extenso y con muchos lugares físicos que rara vez, como suelen saber, reciben la visita de algún superior. Saben a la perfección que no los controla nadie y obvio en complicidad con sus jefes inmediatos. Conocen los vehículos en los que se mueven desde el DEM y ante la posible duda los elementos del juego “desparecen”.
Esta realidad ya no sorprende a nadie y mientras en algunos lugares se necesita personal en otros sobran y en entretenimiento es la rutina diaria.
Acá no solo no hay plata como fijo Javier, sino no hay control.