Cuantos jóvenes de la década del 60 y quizá 70, poseedores del histórico Fiat 600, que abría sus puertas en sentido inverso a los autos actuales, se las ingeniaban para lograr su cometido. Era difícil pero no imposible solían comentar sus dueños.
Eran otras épocas pero el amor y su placer es siempre el mismo.
Cuando el deseo sexual y la pasión se apoderan de nuestros cuerpos, todos los lugares son aptos y especiales para poner a prueba el instinto.
Se mezclan de pronto, el placer la adrenalina lo prohibido la trampa y la virilidad.
Muchos luego de consumar el hecho se jactan del lugar. Ya no es novedoso pero sigue siendo atípico e incómodo el avión.
Atrevido y hasta riesgoso es el asiento trasero del auto. Hace ya algunos años cuando no existían los albergues transitorios ni los moteles, el auto era lo más. Todos recordarán las villas cariños, como se le llamaban.
Algunos inspirados en el cine les encantan buscar placer y amor en el ascensor.
Ya es costumbre en los sanitarios de fiestas de casamientos. Aquí con algunas copas de champagne, como la obra de teatro, las chicas se ponen mimosas y recurren a la toilette. Eso si no debemos equivocarnos como aquella señorita de origen chino que se olvidó del novio y emprendió con el padrino de la boda.
Algunos comentan que los probadores de ropa de grandes tiendas, son especiales y confortables para un rapidito.
En fin como cantan aquel fuo uruguayo “Los O limareños”, ” no hay lugar ni fecha en el calendario cuando las ganas se juntan”….
Y aquí viene la nuestra, local, concepcionera, también exprés, entre ataúdes mudos y aromas florales; en cementerio.
Que mejor que hacer el amor en un panteón. Todo va en gusto y como decíamos, seguramente el morbo el placer, lo atrevido la trampa caminan de la mano y “palo y a la bolsa”.
Literal y no solo por una sola vez sino que ya es habitué, que suele verse a un ex concejal de la ciudad, hacer ingreso a la necrofilias, ramo de crisantemos en mano camino al panteón de su familia. Por en otro lado ingresa ella, también sola con otro ramo de flores, ya no crisantemos sino algunos claveles preferentemente rojos, color de la pasión, al encuentro menos pensado.
Obvio, menos pensado para nosotros los vivientes, menos para los difuntos que acompañan el amor, solo pensado y programado para ellos.
Ella es una señorita de fina estampa muy conocida, gustosa del rapidito cementerial.
CHICOS, están nominados.
Qué lindo que la gente se quiera.
Cuando abandonan el Edén como les sucedió a Adán y a Eva, flores en mano las suelen dejar en el nicho más próximo. El beneficiaria diría para ” sus adentros” hoy estoy de suerte, tengo flores.
que bomba!!!!!
Moraleja – una pareja suele ir al cementerio a calmar el amor libre, Un ex concejal y ella una dama muy conocida.
Cuando hay pasión no hay barreras. Jaaaa
Una mirada desde la ternura