El mejor en su oficio según mi Edipo pero, sobre todo, un gran auto conversador, un hombre que todos los días se hace un tiempo para salir a conversar consigo mismo.
Se habla, se responde.
Se contradice, se responde.
Se discute, se responde.
Se convence.
Un hombre de piel curtida y bastante seguridad.
Generoso.
A veces se queja de nada.
Hubo un momento en nuestras vidas en que me relajé a su lado, como si se tratara de ir los dos caminando, nomas. Una especie de “vamos donde digas”.
Cuando nos vi en el camino dejé de pensar si hacía bien o hacía mal.
Él me enseñó que cuando es cuesta arriba es mejor en silencio, no conviene hablar demasiado para que no falte el aire. Además, las palabras salen entrecortadas o rebotan.
Tenemos conversaciones privadas y, en ellas, muchas veces siento que jugamos a ser espectadores de nuestra propia historia.
Somos gente de ocuparse y de preocuparse, pero tengo la sensación de que en él ya no existe la preocupación por los demás, algo que ha hecho durante toda la vida.
Perdió esa capacidad, ni se ocupa ni se preocupa, parece que por fin los problemas de los demás no le afectan.
No está deprimido, solo quiere alcanzar el éxito de ser él mismo antes de morir.
@vane_leopardo