No hay dudas que Mariano Farías genera tempestades y admiración, en la noche del sábado mientras la gente gozaba de una velada distinta, distendida, el salió auxiliar a varios hombres que venían a la celebración del cambio de autoridades de la confederación del Centro de Almaceneros del País, no le importó la hora, no le importó que los visitantes casi tumbaran en caminos intransitables, él se subió a su auto y fue a buscarlos.
Eran las diez de la noche el frio se hacía sentir, el viento era muy helado, el vehículo encajado en una zanja donde después de hacer todos los intentos posibles no lo pudieron retirar del lugar, logro traer a la fiesta a los ocupantes y mañana con la luz del día y alguna otras cuestiones técnicas sacarlos del lugar, hoy temprano mientras la mayoría descansaba con uno de sus tractores logro sacarlo del lugar y que la gente regresara a Pergamino.
Estas son las cosas que hacen replantear, cual es el verdadero Mariano Farías, si este solidario, que dejo unos instantes de descansó yendo en la búsqueda del más necesitado, nadie lo acompaño eran muy pocos lo que conocieron esas circunstancias, el conocedor del terreno, no dudo un segundo en ir o el que permanente plantea, guarda que aquel dirigente no es lo que dice ser, no es ninguna mosquita muerta, siempre autentico o el que genera diálogos con rumores que quieren que se expandan.
Yo no lo descubrí todavía, si lo acepto como amigo, con virtudes y errores no lo quiero más o menos si me da publicidad o no, solo decidí invitarlo a mis humildes medio y que él diga lo que quiera decir, creo en lo personal que su lado solidario, su lado humano le pueden dar más gratificaciones que dolores de cabeza, pero esta es mi mirada, muchos para hacerlo des creíble usan los rumores siempre el mismo, se pelea, sostiene cosas contra dirigentes, que lo único que intentan es bajarle el poder de credibilidad.
Sería muy importante que alguna vez le diera mayor importancia, a su humildad, a su infancia, a su trabajo y no machaque contra hombres y mujeres que hicieron un negocio de destruir al que crece.
Juan Carlos Botta – El Disparador Uruguay –