VAMO… VAMO… ARGENTINA

Desde las plumas más eruditas de la filosofía, sociología y cuanto logías existen, se trata con cierto desprecio el humor de los argentinos respecto a la selección de futbol y su actuación en el mundial.

Por Agustín Bordagaray

Se nos explica que solo se trata de un campeonato de futbol y que por ello nuestra pasión debería menguarse o canalizarla hacia otros temas sociales.

Se relatan una serie de circunstancias, todas ellas importantes, donde la sociedad tiene una postula diferente a ese mandato aristocrático.

Inmediatamente, y en tono burlón, nos refriegan nuestra pasión desmedida para con el seleccionado de futbol, con cánticos, banderas, gritos y cábalas incluidas.

Aun considerando nuestra ignorancia en tantos temas, quiero aclarar que cuando cantamos “el que no salta es un inglés”, entendemos que la permanencia en el suelo no nos otorga la ciudadanía británica.

También aclaramos que cuando entonamos la estrofa “las finales que perdimos cuantos años las lloré” no es literal; a lo sumo lloramos un ratito y después volvimos a la realidad. Arrancamos nuevamente a alentar la selección.

Me parece que estos filósofos y otros etcéteras no alcanzan a entender la pasión popular.

Es muy probable que para llegar a las conclusiones que arriban, deban excluirse de la sociedad “básica” y desde fuera del marco, elucubren sus pensamientos.

Pero desde el llano esto se ve distinto.

No desconocemos ni desatendemos los problemas que aquejan a diario nuestras vidas, las de nuestros seres queridos y de la sociedad toda.

Podemos convivir con ellos y también con un rato de alegría o tristeza puesta en una pasión nacional como es el futbol.

No nos pasa lo mismo con otros deportes, solo con el futbol.

Será porque es el deporte que –al menos en Argentina- une por un tiempo, aunque sea efímero, a todos el pueblo.

Será porque por un mes, la brecha se achica y nos animamos a abrazar a un opositor.

No tiene una lógica extraída de los anaqueles, es un sentimiento que aflora sin darnos cuenta.

Tampoco pretendemos debatir ese sentimiento, primero porque seguramente no estemos a la altura de tan ilustres pensadores y segundo porque no tenemos argumentos válidos desde el punto de vista de la razón. Nos sale del corazón y punto. No hay otra explicación.

El pueblo argentino es así. Será por eso que la mayoría somos peronistas, lloramos envueltos en una bandera trucha cuando Messi hace una gambeta o un gol, con esa misma bandera con la cual llenamos las calles cuando el reclamo popular nos compele o cuando ganamos una elección.

Por eso tampoco pediremos disculpas, solo nos queda invitarlos, modestamente, a integrarse a esa masa incongruente. Les anticipamos que es hermoso para el alma. Nos atrevemos a adelantarles que, si le ponen ganas, les va a gustar.

Como lo expresa Scalabrini Ortiz, describiendo el 17 de Octubre: “Llegaban cantando y vociferando unidos en una sola fe… Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto… El espíritu de la tierra estaba presente como nunca creí verlo”.

Para finalizar, solo me resta decir “… de la mano de Leo Messi, toda la vuelta vamos a dar…”.

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