Perón le escribía a la militancia “Cada dirigente peronista debe saber que, para nosotros, organizar es adoctrinar, no interesa tanto que los peronistas estén encuadrados en las organizaciones, como que en cada uno de ellos se haya inculcado nuestra doctrina y se haya desarrollado una mística, frente a las doctrinas existentes, hay que oponer la doctrina peronista, porque a una doctrina solo se la puede vencer con otra doctrina mejor”.
Por Agustín Bordagaray
También dijo: “Cada trabajador debe pensar que su futuro depende de lo que él haga y resuelva. Cuando los millones de obreros del país piensen así, se organicen y se unan, no habrá poder en la tierra que pueda hacer que sean engañados, defraudados y estafados en su voluntad”.
En otra ocasión expresó: “Con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes.”
Estas tres máximas reflejan lo que ocurrió en las últimas elecciones en Argentina.
El humor de la gente cambió desde las PASO hasta el domingo próximo pasado, se intensificó la preocupación y la incertidumbre respecto al futuro del país.
Contrariamente a lo que los analistas predijeron, esta desazón no perjudicó al candidato oficial, sino que la población pudo ver en sus propios bolsillos como las operaciones del “mercado” perjudican la vida cotidiana, aunque no pueda comprar moneda extranjera.
Adicionalmente, los candidatos de la oposición blandieron sus banderas más resguardadas, no solo en lo que refiere a la economía sino también respecto a los valores apreciados por los argentinos como son la democracia, la salud, la educación, los derechos conquistados, etc.
Pasadas las PASO, el debate viró hacia la discusión de los temas que interesan al pueblo y dejaron de lado los temas de cúpulas.
Y cuando se patentizó que estaban en peligro los valores esenciales, la militancia se calzó la ropa de fajina y saltó a la calle a defender sus derechos.
Si hubiera que ponerle un título a estas elecciones, sin dudas podrá ser llamada como la CAMPAÑA DE LA MILITANCIA.
La política volvió a ser un tema de conversación en la mesa familiar, en la cola del supermercado, en los almacenes, en las reuniones de amigos.
En aquellos distritos donde los dirigentes se pusieron a la cabeza, la militancia los apoyó y juntos lograron triunfos resonantes, algunos de ellos impensados.
Y en donde la dirigencia jugó a las escondidas y a la rosca, el subsuelo de la patria (o de la provincia) -según lo que escribió Scalabrini Ortiz- sublevado, los corrió y marcó su propia huella.
Queda la compulsa final, la intranquilidad aún no se aplacó. Quedaron dos modelos de país muy diferentes y hay que elegir por uno de ellos.
Quedará en manos de la militancia llevar las propuestas y los ideales que cada sector defiende, el debate deberá profundizarse y clarificar para que los argentinos que votaron opciones que no participan en el ballotage puedan elegir cual es el modelo que más los abraza.
Siempre pensando en el futuro, aún con bronca, sabiendo que lo que elijamos definirá la vida de nuestra familia.