ELIJAMOS EN PAZ

Desde la promulgación de la ley del sufragio universal en el año 1912, que desechó el voto “calificado” y estableció el voto universal, secreto y obligatorio, se puso fin al fraude y al soborno que practicaban las minorías conservadoras de aquellos tiempos.

Por Agustín Bordagaray

A partir de allí, estas minorías calificadas no pudieron conseguir la voluntad popular.

Pero esto no implica que no hayan gobernado, solo que lo hicieron apelando a los golpes de estado inconstitucionales, cuyo icono de represión y violencia fue la última dictadura que comenzó en marzo de 1976.

Ya en democracia, hubo dos períodos donde se aplicaron ideas conservadoras, durante las presidencias de Menem y de Macri, con la novedad que ambas llegaron a la casa rosada ocultando sus intenciones y presentando a la ciudadanía promesas de políticas diferentes a las que finalmente aplicaron.

Desde aquel  1912, aquellas minorías intentaron retomar el poder que el pueblo les negó; siempre de la mano de violentar la Constitución o engañando la voluntad popular.

Desde 1983 nuestra democracia se fue consolidando, aunque también en este tiempo se intentó imponer a los argentinos un modelo de exclusión, por la fuerza.

Las asonadas militares y las tomas de los regimientos fueron sus actos sediciosos.

También dentro de las tomas incorporo la invasión del regimiento de La Tablada, que aunque con consignas de izquierda, la historia mostró que sus protagonistas abrazan las ideas conservadoras –entendiendo por conservadoras aquellas que pretenden volver al gobierno de las minorías que rigieron la Argentina desde 1810 hasta el 1900-.

La modalidad para llevar adelante aquellas ideas siempre fue (y es) la misma: si están en el gobierno su modus operandi es la represión de las protestas populares, y si están en la oposición es la exacerbación del enojo de las personas por sus necesidades insatisfechas y la propuesta de la violencia como método de protesta.

Desde aquel hermoso clima democrático de 1983 la gente, ante estos intentos subversivos de la constitución, dejó de lado sus diferencias y se juntaron para defender el estado constitucional.

El clima de violencia que se intenta promocionar hoy es muy parecido al clima previo a los golpes militares y a las asonadas en democracia.

Van renovando las herramientas pero, al final, la idea es la misma.

Ahora utilizan las redes sociales, las amenazas personales, las noticias falsas.

No debemos caer en la provocación.

Reconozco que las provocaciones son de tal tenor que muchas veces hace hervir la sangre.

Pero reaccionar ante ello es lo que quiere esta maquinaria del miedo, la desesperanza.

Pretenden poner en jaque la mayor herramienta de la democracia, las elecciones generales. Luego de derrumbar esta demostración popular, van por el resto de las libertades y derechos que nuestra Carta Magna consagra para todos nosotros. Y finalmente, van a demoler los frenos que esta Constitución pone a los gobernantes para avasallar a su pueblo.

Contestemos a ello con unión.

Vayamos a votar con convicción.

No caigamos en las provocaciones.

Sepamos que quienes comandan las elecciones son las autoridades de las escuelas, quienes representan al poder electoral Judicial.

Tengamos presente que quienes tienen que garantizar la seguridad y tranquilidad del acto eleccionario son los policías y los soldados que custodian las escuelas y sus alrededores.

No contestemos agravios y si alguien sufre alguna amenaza, la única reacción válida es denunciar al agresor.

Sepamos que el proceso de votación no debe interrumpirse por ningún motivo. Si alguien quiere entorpecer ese acto, se informa al presidente de mesa, al encargado de la escuela o a las autoridades que custodian las elecciones y serán ellos quienes se encarguen del problema. El resto, a seguir votando.

Vivamos un domingo en paz para que sea la voluntad popular quien defina el presidente para los próximos cuatro años.

Y que DIOS y la Constitución nos protejan.

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