Corrían las postulaciones para las candidaturas a la intendencia de nuestra ciudad y si bien no estaba confirmada la 3ra. Oportunidad de José Eduardo, era un secreto comentado por todos los mentideros.
Aquellos militantes que lo rodeaban, necesitaban incorporar gente nueva y sumar al grupo “los históricos”.
Para muchos su estampa era desconocida e intrigante, para la mayoría “más de lo mismo”. Existían las quejas por su forma de manejarse con sus fieles y su extraña virtud de beneficiar a los desconocidos.
Todos los rumores se emitían a favor y en contra. Muchos que fueron y ocuparon lugares en cada una de sus anteriores gestiones, exclamaron y se pronunciaron en “no volver”. Otros aun sabiendo de sus improntas y su personalismo, optaron por volver convencidos que el líder, se mostraba cambiado, producto de su vejez y su experiencia.
Si así entre figuras nuevas, jóvenes con furias militantes e históricas aburridos, paso la interna, buena victoria en la general y ballotage como Vilcapugio y Ayohuma: un desastre. Castigo por doquier.
Y aquí empezaron los males de todas y todos.
Se pierde todo, se achican los espacios, hay que ajustar el cinturón y se necesitan lugares para pagar la militancia.
Aparecen los regalos para quienes nunca caminaron, nunca predicaron el Laurittismo y mañana estarán el primer lugar. ALPISTE.
Los históricos sólo sirvieron para los mandados y de cadetes. Ninguno cobro. ALPISTE.
Falta saber al pelotón de regalones y familiares.
Falta conocer los asesores anónimos sino acomodaran hijos y recomendados.
Falta saber si los “suelde ros y suelde ras a perpetuidad seguirán cobrando. Trabajaron para eso. Y son más de quince.
Y quedan los extranjeros que hasta que no se muestre el staff nada se sabrá.
Los que sumaron voluntades esperanzados en el cambio, se chocaron la calesita. Todo es igual y o peor. Subordinación y valor, vejentud y más gruñón que nunca.
Un paquete de entera confianza. ALPISTE.
Lo que si sobra y por eso gano es su honestidad y perseverancia al trabajo. No es difícil aceptar la forma de conducir y es importante destacar su capacidad de trabajo, hacer que trabajen y gestionar. Estos cuatro años que le esperan al longevo son de mucha gestión, provincial y nacional.
Le toca superar una gestión de Oliva que deja la vara muy arriba,, pero no imposible, para dejar el camino a las nuevas generaciones peronistas con deseos de triunfar.
El en esta buscara en bronce y la gloria.
Pero al final se le debe reconocer que fue el único que supo ver el horizonte donde en todo el país cayeron al precipicio.
El Visionario – Eldisparadoruruguay.com.ar.