Está claro que en momentos como los que nos tocan vivir -marcados por una sensación generalizada de abatimiento, hastío, frustración y desilusión política-, los pactos sociales son realmente necesarios e imprescindibles. El problema de estas cuestiones es no caer en la tentación de la demagogia de quienes pretenden “refundar” un Estado sin tener en cuenta que existe una Constitución con sus principios, deberes y derechos.
Ahora bien, por supuesto que ante este escenario realmente crítico se requiere de un nuevo contrato de responsabilidad social colectiva que avance entre “la grieta” y una economía cíclica, con desarrollo humano e inclusión real. Pero para eso se necesita del compromiso sincero y persuasivo de todos, recordemos que si bien la Patria es un Don, la Nación es una tarea en permanente construcción colectiva.
Por Juan Martin Garay (*)
Tengamos presente que hay una división social y ciudadana que torna dificultosa esta construcción, porque con una ciudadanía muchas veces vaciada de política y una política tantas otras vaciada de sociedad civil realmente comprometida con “el otro”, poco se puede hacer. Además, si bien no se escucha en voz alta, en la actualidad todavía resuena el reclamo del 2001, ¡que se vayan todos! Recordemos que lo que reclama un pueblo no sólo está dado por lo que dice en voz alta sino más que nada por lo que dice en voz baja.
Estamos como estamos
Estamos divididos como sociedad sin haber alcanzado el estadío de comunidad muchas veces. Lamentablemente estamos casi de manera constante como familias que se pelean por un partido de fútbol, religión o política. Así de simple, por más crudo que parezca.
La “crisis de representatividad política” todavía persiste y sigue sostenida por la desconfianza. Seguimos inmersos en una confrontación permanente que no le sirve al conjunto de la sociedad, mucho menos a la construcción de comunidad y ciudadanía. Esto que nos divide, aísla y genera resentimiento, profundiza “la grieta” aún más.
La construcción colectiva siempre requiere de un sistema democrático consolidado, el nuestro -aún con sus problemas siempre latentes y bemoles- ya tiene 41 años de vigencia ininterrumpida. Pero también tenemos una fortaleza en las instituciones y los lazos de pertenencia solidaria a las comunidades en las que vivimos, que están ahí, a la espera de poder ser reorganizadas.
Esto deberá cimentarse entre todos los actores sociales. La clave está en saber organizar como sociedad nuestra vida pública, con un sistema de reglas claras que se respeten y aceitados mecanismos para su cumplimiento. Las buenas instituciones conllevan buenas prácticas políticas y calidad democrática superior.
Los municipios y comunas
En los municipios y comunas es donde, como factor de resonancia social, se lleva adelante el ejercicio práctico y concreto de la vida en democracia y la vida en sociedad, con una cercanía entre todos los actores sociales y una marcada proximidad y accesibilidad profunda entre ellos.
Muchas veces el espíritu de solidaridad y acompañamiento siempre está presente en núcleos urbanos no tan masivos demográficamente. Esta tarea por delante se apoya en el desarrollo de la “gobernanza”, donde calidad, eficacia y buenas prácticas se pueden realizar en comunidades que se realizan organizadamente como expresó un sabio General de la Nación.
A mayor y mejor democracia, menores problemas estructurales tendremos. Hasta el hoy día, la clave está en eso, mayor y mejor democracia. Mirarnos a nosotros mismos como ciudadanos, como gobernantes, como actores sociales de una comunidad en constante dinámica y desarrollo e interpelarnos como partes de un todo complejo y heterogéneo para recuperar la confianza que se necesita y poder seguir en la tarea constante y sostenida de construir una comunidad guiada por los valores de la verdad y la vida, la justicia y solidaridad, el amor y la paz.
Lo que no se dice y está en el subconsciente
Aunque fuera escrita en 1959, resulta interesante traer a colación la “Carta a Amílcar Vertullo”, de Arturo Jauretche: “Hay que actuar en dirigente revolucionario y no en dirigente electoral, porque se trata de la disputa del poder. El que está atento solo a lo que piensa la gente hoy, se quedará al margen de lo que pensará la gente mañana y aquí está la clave para saber quién es dirigente o no. Además, lo que piensa la gente no está dicho por lo que proclaman en voz alta, sino por lo que se dicen en voz baja y, aún más, por lo que no se dice y está en el subconsciente”.
La participación ciudadana es fundamental, el compromiso con el otro. Pueblo, Gobierno y Ciudadanía trabajando inseparablemente juntos en un vínculo de confianza mutua y recíproca, aceptando debilidades y reconociendo las fortalezas, para avanzar en una mejor calidad de vida para todos, sin marginados ni excluidos. Enseña Perón que “nadie puede solucionar un problema social si antes no soluciona un problema económico, y nadie soluciona un problema económico sin antes solucionar un problema político”.
El problema político debería poder ser resuelto en el mediano plazo, para ir por la resolución de lo económico y así sentar las bases que permitan comenzar a dar solución a lo social pero de manera permanente y no espasmódica; porque recordemos que “el hilo se corta siempre por lo más delgado” y quien paga las consecuencias es el pueblo. Basta de divisiones qué no nos conducen a nada bueno. Seamos inteligentes. Estemos juntos. Lo nuestro es la gente.