de que los ex son maestros,
de que vienen a enseñarnos algo,
de que el dolor es aprendizaje,
de que gracias a ti soy más fuerte.
No.
Yo a ti no te debo nada!
No te debo nada:
ni un suspiro de gratitud,
ni un trago de mi vaso,
ni un respiro de mi aire.
No fuiste maestro,
ni camino,
ni una lección envuelta.
No me iluminaste,
no me hiciste fuerte,
no me diste alas.
Las heridas me las cerré sola,
las lecciones las arranqué de mi propia piel,
me levanté sin tus manos.
Si seguí adelante,
fue porque así lo decidí.
Yo a ti no te debo nada.
No te debo las gracias
por el dolor que dejaste.
Todo lo que soy,
me lo debo a mí:
a mi terquedad,
a mi rabia convertida en impulso,
a las voces en mi cabeza
que me dijeron que podía seguir adelante,
a pesar de todo.
No me debo a ti.
Las heridas me las cosí yo.
Las noches me las reconstruí a pulso.
Si aprendí algo,
fue porque me lo metí a la fuerza entre los dientes.
Si seguí adelante,
fue porque me arrastré hasta poder caminar,
porque lloré hasta quedarme vacía,
porque me sostuve sola.
Así que no te confundas.
A ti no te debo nada.
No te debo el aprendizaje forzado.
No te debo las lecciones que aprendí;
las gané en la batalla sin tu ayuda.
Todo me lo debo a mí,
a mi resiliencia,
a mi determinación.
Me lo debo a mí misma,
a mis propias locuras y desvelos,
a los cigarros que no consumí
pensando en el sinsentido de todo,
a mis decisiones y a las consecuencias.
Me debo a mí,
a mis propias luchas,
a mis propios desastres,
a las noches en las que mi alma
pesaba más que el universo entero.
Sí, todo me lo debo a mí misma.
A ti no te debo nada.
– eldisparadoruruguay.com.ar